Ciudad de México, 24 de septiembre de 2024.- La Facultad de Filosofía y el Instituto de Humanidades, de la Universidad Panamericana, organizaron el conversatorio El diálogo de la literatura con la historia, un espacio en el que ambas disciplinas se entrelazaron para ofrecer una reflexión profunda sobre cómo la ficción literaria puede reinterpretar, enriquecer e incluso cuestionar nuestra comprensión del pasado.
Una exploración profunda de la ficción histórica
El evento, moderado por el Dr. Alberto Ross, director del Instituto de Humanidades de la Panamericana, contó con la participación de destacadas figuras de la literatura y la academia: Erma Cárdenas, narradora, ensayista y traductora, ganadora del Premio Bellas Artes de Novela José Rubén Romero 2006 por La asesina inocente; Beatriz Rivas, novelista y alumna de la Maestría en Historia del Pensamiento de nuestra universidad; y el Dr. Héctor Zagal, autor de siete novelas y profesor investigador de la Facultad de Filosofía de la misma casa de estudios.
A lo largo de la conversación, los panelistas exploraron cómo la novela histórica ofrece un terreno fértil para crear personajes y tramas que, aunque inspirados en hechos reales, están moldeados por la creatividad del autor. La literatura, según se discutió, puede rellenar los vacíos que la historia deja, al mismo tiempo que invita al lector a una reinterpretación personal de los hechos.
Novela histórica: entre la realidad y la ficción
Uno de los temas principales fue la decisión de muchos autores de situar sus obras en contextos históricos, un enfoque que añade una capa adicional de complejidad a la creación literaria. Para los panelistas, la historia proporciona un marco que enriquece la literatura, al permitir que los personajes interactúen con eventos reales desde una perspectiva artística.
Erma Cárdenas, en La asesina inocente, destacó cómo incluso los registros históricos pueden estar sujetos a interpretación, lo que abre espacio para la imaginación. Su protagonista, con múltiples actas de nacimiento, es un reflejo de esa ambigüedad que la novela histórica puede explorar, donde lo oficial no siempre es lo definitivo. Para Cárdenas, la novela histórica exige un equilibrio entre realidad y ficción, permitiendo que el lector se sumerja en la narrativa sin cuestionar su veracidad constantemente.
En su oportunidad, Beatriz Rivas argumentó que, aunque la creación de historias completamente ficticias puede ser un reto, los personajes y eventos históricos ofrecen una base más accesible. En sus obras, como aquellas en las que explora la vida de figuras como Napoleón Bonaparte, utiliza la ficción para llenar los huecos emocionales y psicológicos que los registros históricos no documentan.
Héctor Zagal, por su parte, planteó que la novela histórica no busca reemplazar a la historia, sino completar sus relatos inacabados. En su obra Imperio, dedicada a los últimos días de Maximiliano de Habsburgo, el Dr. Zagal utiliza la ficción para adentrarse en las reflexiones finales del emperador, ofreciendo al lector una interpretación íntima de un personaje sobre el que la historia oficial no siempre arroja luz.
Literatura e historia: un espacio de reinterpretación
El panel coincidió en que la novela histórica tiene el poder de enriquecer la comprensión del pasado. Lejos de distorsionar la realidad, permite que el lector explore los límites de lo que se conoce, planteando escenarios que invitan a la reflexión. La literatura, al no estar sujeta a las mismas limitaciones documentales que la historia, puede especular sobre los pensamientos y motivaciones de los personajes históricos, dotando de profundidad a los relatos.
En palabras de los panelistas, la ficción histórica no se limita a recrear el pasado con precisión, sino que lo reimagina, lo humaniza y lo hace accesible al lector contemporáneo.
El valor de la ficción histórica
El conversatorio concluyó con una reflexión sobre el papel de la ficción histórica en la actualidad. Para los autores, la novela histórica es una herramienta que invita a cuestionar, reinterpretar y comprender mejor el pasado.
A través de sus obras, los escritores no solo entretienen, sino que también crean un espacio para el diálogo con la historia, ofreciendo nuevas perspectivas que enriquecen tanto la literatura como la comprensión del lector sobre la humanidad.
En definitiva, El diálogo de la literatura con la historia dejó claro que en la intersección de estas dos disciplinas se encuentra un campo fértil para la exploración intelectual y el aprendizaje.
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