Ciudad de México, 27 de noviembre de 2023.- ¿Cómo enfrentar la migración teniendo en cuenta que lo que está en juego es la vida y el futuro de personas que han dejado sus hogares por diferentes razones? Con el fin de dar respuesta a ésta y otras tantas cuestiones, la Dra. Cecilia Coronado Angulo, del Instituto de Humanidades, y el Dr. Luis Xavier López Farjeat, de la Facultad de Filosofía, ambos de la Universidad Panamericana, editaron la publicación de la obra Migración, territorio y fronteras: Perspectivas éticas del fenómeno migratorio.
Se trata de un volumen colectivo en el que participan ocho autores, investigadores de distintos orígenes: canadienses, estadounidenses, alemanes y mexicanos. “Los capítulos son el resultado de seminarios de investigación y un coloquio organizado en el marco del proyecto Migración, territorio e identidades”, explican los doctores.
Más que un problema político-administrativo
Al hablar sobre las regulaciones administrativas impuestas por las distintas naciones, con las cuales se decide quién puede ser admitido en un territorio y quién no, los investigadores opinan que es problemático enfocar la migración como si fuese exclusivamente un asunto político-administrativo.
“Las regulaciones varían de un país a otro y nos hemos acostumbrado a que son algo normal. Sin embargo, en muchos casos violan los derechos humanos. Es paradójico que mientras existe el derecho a la migración, al libre tránsito, no existe sin embargo el derecho a la inmigración. Ello se debe a que hemos construido nociones muy rígidas de ‘frontera’ y ‘soberanía’”, afirman.
En torno a este punto, en el libro se discuten las ventajas e inconvenientes de la estricta regulación de fronteras. “Creemos que varias de las situaciones lamentables que estamos viendo en estos tiempos se deben a la ineficiencia de las regulaciones de algunos países, que dejan de lado una visión ética de la migración”, indican.
Soberanía y territorio
Si bien es legítimo que los gobiernos regulen sus fronteras, ya que su soberanía se los permite, tanto la Dra. Coronado como el Dr. López Farjeat, opinan que ésta tiene límites y que, “si dichas regulaciones violan los derechos humanos, la integridad de las personas es prioritaria”.
Asimismo, declaran: “Los Estados no pueden evadir sus responsabilidades ante sectores vulnerables, argumentando que deben proteger su soberanía. Por lo tanto, si bien es cierto que existen buenas razones para controlar las fronteras, hay escenarios en los que la protección de las personas limita dicha soberanía”.
En cuanto a si existe un vínculo necesario entre soberanía y territorio ambos expresan que se suele creer que sí hay tal, dado que en la definición de “Estado” se incluyen las nociones de “soberanía” y “territorio”.
“No obstante, creemos que el ‘soberanismo’ exacerbado resulta contraproducente. Nosotros hemos argumentado que la presencia reiterada de una comunidad de personas a través de los años, su reconocimiento por parte de otros Estados y los consensos y acuerdos entre territorios vecinos, derivan en lo que hemos llamado ‘principio de institucionalidad pública del espacio’”, apuntan.
Sobre lo anterior dilucidan: “Esto significa que, con el paso del tiempo, una comunidad puede adquirir el derecho a controlar determinado territorio y a garantizar la seguridad de quienes habitan en él. Por lo tanto, creemos que es debatible la idea de que el Estado sea el único que decide sobre el territorio”.
Nuevas concepciones
Si bien saben que tales discusiones son polémicas, ambos consideran: “Hay que debilitar la noción de soberanía y transitar hacia otra forma de conceptualizar el territorio. En nuestro trabajo estamos buscando esas nuevas formas de conceptualización”.
No obstante, los investigadores juzgan pertinente, por el momento, la existencia de fronteras entre países dada la situación de violencia y criminalidad que se vive actualmente: “Creemos, sin embargo, que en un futuro las regulaciones tendrán que ser menos rígidas y que en algunas regiones las fronteras sí irán desapareciendo”.
En cuanto al rol de las democracias liberales, están de acuerdo con que estas tienen una obligación con los migrantes: “La obligación moral básica de toda democracia liberal es la solidaridad con los vulnerables (…)”, resuelven.
Ambos son conscientes de que el fenómeno migratorio es un problema complejo y de muchas aristas, pero en cuanto a cómo abordarlo opinan que el enfoque debe ser desde la ética aplicada: “No hay un modelo ético que sea la panacea. Cuando se hace ética aplicada hay que hacer casuística y construir modelos nuevos y a veces híbridos”.
El futuro de los migrantes
Existen muchos tipos de migrantes. Hay gente que está en condiciones de cambiar de país por su preparación, clase social y situación económica, sin enfrentar problema alguno; “el caso alarmante es el de los migrantes vulnerables. Y, en este caso, el futuro puede ser poco optimista”, afirman los académicos.
Ellos advierten que mientras los estados no generen políticas de seguimiento, cuidado, integración, entre otros aspectos, “en muchos casos los migrantes serán personas abandonadas, en estado de pobreza, relegados, y algunos se volverán fácilmente reclutables por grupos criminales”.
“Habrá quizás algunos casos más esperanzadores. Pero en este panorama, aunque el enfoque que proponemos desde la ética aplicada podría ser un punto de partida para pensar en soluciones más afortunadas, tendrá que ser muy a largo plazo y habrá que encontrar la manera de incidir en las políticas públicas”, concluyen.
Datos de los investigadores
Dra. Cecilia Coronado Angulo, Instituto de Humanidades, SNI I.
Dr. Luis Xavier López Farjeat, Facultad de Filosofía, SNI III.
Puedes obtener Migración, territorio y fronteras: Perspectivas éticas del fenómeno migratorio, aquí.
