Universidad Panamericana | Familia y empresa, hacia una armonización fecunda
Familia y empresa, hacia una armonización fecunda

Aguascalientes, Ags., 28 de mayo de 2024.- Como una institución comprometida con el fortalecimiento familiar y en el marco del Día Internacional de las Familias que se celebra el 15 de mayo, el Mtro. Santiago Reinoso Velasteguí, director del proyecto Gabinete de Asesoría Personal y Familiar en nuestra Panamericana campus Aguascalientes nos comparte el artículo “Familia y empresa, hacia una armonización fecunda”.

Familia y empresa, hacia una armonización fecunda

1. Un título sugerente y retador: es lo primero que ha llamado mi atención, uno podría preguntarse ¿por qué armonizar?, ¿qué es armonía?, según la Real Academia de la Lengua, armonizar es hacer que no discurren o se rechacen dos o más partes de un todo o dos o más cosas de deben concurrir a un mismo fin… Armonizar familia y empresa entonces constituye en sí mismo, un reto mayúsculo, digamos que son los ámbitos naturales en donde pasamos el mayor tiempo de nuestras vidas, he ahí la necesaria urgencia de lograr que no discuerden ni se rechacen.

Fecundo, del latín fecundare, desde un punto de vista antropológico es dar origen a lo nuevo.  En la familia se traduce en hijos, en donación conyugal; en la empresa, en el perfeccionamiento profesional de quienes participan,  y por tanto, en la generación de riqueza, en sustentabilidad.

Nos podríamos preguntar ¿por qué hablar en este momento sobre el tema? ¿por qué abordar estos ámbitos desde una perspectiva trascendente?, la respuesta es tan sencilla como compleja: porque la persona es la protagonista, porque sin la persona ni hay familia, ni hay empresa.

2. Un factor común: la persona, por su condición natural, podemos decir que “trabaja” tanto en la empresa como en la familia, aunque en cada lugar los hace por motivos distintos. Me gustaría recordar las enseñanzas de un gran profesor de nuestro campus, el Dr. Eduardo Sánchez de Alba, quien me hizo entender a fuerza de hacerme pensar, que el trabajo, para ser llamado así, debe cumplir una triple dimensión: el perfeccionamiento del mundo (es decir, la prestación de un servicio a la civilización), el mejoramiento humano y el mejoramiento sobrenatural de la persona que lo realiza.

Sólo la persona es capaz de trabajar, aunque debido a nuestra condición original, el trabajo nos cansa, nos desgasta…

El trabajo que debemos llevar a cabo, por estar orientado al bien de la humanidad y de la persona, podría concentrarse en 5 grandes capítulos íntimamente ligados, de ahí la necesidad de una armonía fecunda que sea capaz de dar origen a la mejor versión de cada persona:

  • Construirse, hacerse uno mismo, definir sobre el propio futuro, ¿a dónde quiero llegar?
  • Compartir mi vida, hacerse al otro, comprometerme a la construcción de un nosotros, aceptar al otro de manera incondicional y darnos al otro porque cuidará de nosotros, por supuesto que me refiero al compromiso conyugal.
  • Hacer familia: construir un lugar común al que los hijos y los nietos quieran volver de muchas formas (consejo, celebraciones, correcciones, etc.) hacer del hogar el lugar al que se vuelve.
  • Hacer vida profesional, hacer empresa, desarrollar personas, aportar talento, tiempo y patrimonio a la construcción de un mundo mejor formando personas mejores, generar riqueza (distinto de hacerse ricos.
  • Hacer amigos: la amistad es un símbolo inequívoco de nuestro ser relacional, la amistad posibilita que nos alegremos con el éxito del amigo y nos contristemos con sus adversidades.

 

3. Un puente: si el trabajo es lo común –aunque en diferente dimensión- a la familia y a la empresa, ¿podríamos decir que es el puente que une estas dos verdades naturales? dos ámbitos que exigen lo mejor de la persona, dos realidades que se hablan de maneras muy variadas, algunas evidentes y otras silenciosas, escondidas, pero que no por ello carecen de un peso específico relevante.

Permítanme aventurar a proponer que: todo lo que hago, o dejo de hacer; digo, o dejo de decir; pienso, o dejo de pensar en mi vida laboral o en mi familia, afecta rotundamente mi esencia personal, el nosotros construido con mi esposa, el lugar al que mis hijos y nietos quieren volver, el propio espacio laboral en que me desenvuelvo y las amistades que he forjado.

Si hemos de armonizar familia y empresa, debemos entender las similitudes  y las diferencias de ambas instituciones; no es lo mismo un medio (la empresa) que un fin (la familia), no es lo mismo un compromiso vital (el matrimonio, la familia) que un compromiso circunstancial (la empresa),  no es lo mismo la búsqueda de resultados y la generación de riqueza (la empresa) que la importancia de la travesía (la familia).

4. Una historia: el escenario más o menos cotidiano de quien se desenvuelve en ambos ámbitos consiste en salir de casa, temprano, con el descanso y la fuerza necesarios para enfrentar un mundo demandante, exigente y en ocasiones hostil, pasar el día enfrentando retos, resolviendo asuntos, atendiendo personas, para luego regresar a casa: ese lugar mágico en el que sé que puedo bajar la guardia, en donde no tengo que defenderme, porque sé que estoy en buenas manos, porque mi esposa es experta en mi felicidad… es la mano de Dios cercana, delicada, cuidadosa, formadora… Aquello que ni mi jefe, ni mis colegas, ni mi secretaria, son.

5. Un último apunte: propongo que para lograr una armonización fecunda de estas dos grandes instituciones hemos de proponernos que la generación de riqueza, que tanto necesita nuestro querido México, ha de darse en varios frentes: la lucha por crear ecosistemas sustentables y la “humanización la empresa” redefinir los esfuerzos y objetivos empresariales no sólo ni exclusivamente a la búsqueda del bien útil o placentero, sino ir también por el bien honesto: la persona.

Muchos nos preguntaremos cuál podría ser nuestra mejor aportación a la civilización, les tengo buenas noticias, está mucho más cerca de lo que pensamos: el mayor bien que le puedo hacer a la humanidad es en primer lugar ¡amar a mi cónyuge!, y luego: a mi familia, a mis amigos, a mis colegas, a mis clientes, a mis colaboradores; intentar verlos como son vistos por Dios.

Artículo elaborado a partir de la ponencia presentada por el autor en el Encuentro Familia-Empresa, de la Cátedra Carlos Llano en Julio de 2017.

Sobre el autor

Familia y empresa, hacia una armonización fecunda

El profesor Santiago Reinoso Velasteguí es maestro en Asesoría Familiar y Gestión de Programas para la Familia por la Universidad de La Sabana, tiene estudios de maestría en Humanismo por la Universidad Panamericana y maestría en Ciencias en Planeación y Sistemas por la Universidad La Salle.  Ha cursado programas de Alta Dirección en el IPADE, es Ingeniero Civil por la Universidad Autónoma Metropolitana.

También ha cursado el programa Being a Leader and the Efective Exercise of Leadership en Darmonth University, y el programa Values Driven Leadership en Benedictine University.

Se ha desempeñado en diversos cargos directivos del servicio público, la empresa privada y la academia; en nuestra Panamericana ha sido Secretario General y Decano de la Escuela de Ciencias Económicas y Empresariales. Ha sido miembro del Consejo Superior del Grupo Educativo Insignia.

Actualmente es responsable del Proyecto Familia y del Programa de Mentorías para estudiantes de posgrado de la Universidad Panamericana, miembro del Órgano Ciudadano de Consulta de la Secretaría de la Familia del Estado de Aguascalientes, miembro del Consejo de Comunidad Bonaterra, instructor de USEM, asesor personal y familiar independiente, moderador de casos de orientación familiar y conferencista en temas de matrimonio, familia y empresa.